¿Cómo combate enfermedades el sistema inmunológico?

El sistema inmunológico es una red compleja de células y sustancias químicas. Su objetivo es protegernos de organismos y sustancias extraños. Las células del sistema inmunológico tienen la capacidad de reconocer cosas como «propias» o «invasoras», y tratan de deshacerse de todo lo que sea un invasor. Para que el sistema inmunológico funcione bien, deben coordinarse muchos tipos distintos de células y cientos de sustancias químicas diferentes.

El sistema inmunológico puede montar varias respuestas para atacar a organismos invasores específicos. Una de estas respuestas es coordinada por las células T ayudantes (también llamadas células T, T4 o CD4), que actúan como si fueran el conductor de una orquestra.

Cuando se genera una respuesta inmunológica, las células T ayudantes les dicen qué hacer a otras células. Estamos interesados en esta respuesta porque es la más afectada por la infección con el VIH. A medida que el virus consigue destruir más y más de estas células importantes, gradualmente disminuye la capacidad de combatir otras infecciones. Si el «coordinador» del proceso, la célula T ayudante, no funciona, las otras células del sistema inmunológico no pueden realizar sus tareas, lo que deja el cuerpo susceptible al ataque de infecciones oportunistas.

Respuesta normal de las células T a las infecciones

Analicemos primero de qué manera se supone que debe funcionar la respuesta inmunológica coordinada por las células T. Tenga en cuenta que sólo explicaremos una sola de las respuestas inmunológicas del cuerpo.

Cualquier agente infeccioso que entra en el cuerpo, es finalmente atrapado por el sistema linfático.

Ésto puede suceder inmediatamente después de la infección, o no suceder sino hasta después de que el invasor encuentra un nicho y comienza a replicarse. Dentro del ganglio linfático, el agente infeccioso (al que llamaremos «virus» en las figuras) se encontrará con un macrófago (literalmente «gran comedor»). El macrófago ingiere al invasor.

Luego el macrófago desarma al invasor y expone los antígenos virales en su superficie para que sean leídos por otras células del sistema inmunológico.

Los antígenos son proteínas específicas para cada organismo en particular. Los antígenos actúan como una tarjeta de identificación que permite que nuestro sistema inmunológico reconozca a organismos extraños que deben ser eliminados.

Después de exponer a los antígenos del agente, el macrófago envía un mensaje a la célula T ayudante para que lo lea y reconozca los antígenos.

Este mensaje activa las células T ayudantes y genera una respuesta inmunológica. Una vez que la célula T ha leído los antígenos, enviará mensajes para activar a otras células, llamadas células B, las que a su vez se acercan y leen a los antígenos de la superficie de los macrófagos.

Las células B activadas producen millones de anticuerpos. El anticuerpo es una proteína que se une a un antígeno. Cada anticuerpo es único y específico; por ejemplo, el anticuerpo contra el sarampión sólo se une al virus del sarampión. Producimos anticuerpos ya que los macrófagos no pueden deshacerse por sí solos de los invasores, debido a la alta concentración de agentes infecciosos necesarios para causar enfermedad. Sin embargo, los anticuerpos pueden ganar en número a los invasores y ayudarnos a eliminarlos.

¿Cómo se unen los anticuerpos a los agentes infecciosos?

El anticuerpo es la imagen inversa de un antígeno (como una llave y una cerradura), lo que brinda un encaje tan perfecto que si se encuentran el uno con el otro, el anticuerpo se unirá al antígeno y no lo soltará. Una vez que el anticuerpo ha «atrapado» al invasor, enviará una señal que dice «cómeme a mi y a lo que haya capturado». Luego un macrófago recibe ese mensaje y devorará al complejo anticuerpo-antígeno y eliminará el agente infeccioso del cuerpo.

A medida que este proceso continúa, la cantidad de agentes infecciosos disminuye y finalmente el cuerpo debe detener la batalla. Sin embargo, todas las células siguen estando activadas y el sistema inmunológico debe ponerlas a descansar. Otro tipo de célula T, la célula T supresora (o célula T8), envía un mensaje a las otras células para «desactivarlas» (figura 11). Sin las células T supresoras, el cuerpo continuaría tratando de combatir una enfermedad que ya no existe (y en definitiva terminaría combatiendo a sus propias células).

El VIH interfiere con la respuesta inmunológica normal

Este proceso no funciona adecuadamente si existe una infección con VIH. Al principio, los macrófagos reconocen al VIH, las células T ayudantes inician la respuesta, y las células B producen anticuerpos. Sin embargo, si bien son eficaces al principio, los anticuerpos no eliminan la infección. A pesar de que algunos VIH son eliminados, muchos más virus infectan activamente a las células T ayudantes (las mismas células que se supone deberían coordinar la defensa contra el virus). Las células T infectadas se convierten en fábricas de virus, que si son activadas producirán más copias del virus, en lugar de generar la producción de más anticuerpos contra el VIH.

Además de las células T, el VIH es capaz de infectar otras células (por ej.: macrófagos, células B y monocitos) y puede cruzar la barrera sangre-cerebro, e infectar a las células del sistema nervioso. La mayoría de las células inmunológicas no pueden cruzar esa barrera (que rodea al cerebro y a la médula espinal), y entonces el VIH puede refugiarse donde el sistema inmunológico no puede alcanzarlo.

El sistema inmunológico es muy complejo y no se comprenden muchos de sus procesos. Esta breve explicación sobre la respuesta inmunológica coordinada por las células T ayudantes le servirá para comprender aspectos relacionados con la vigilancia inmunológica y el tratamiento de la enfermedad por VIH. Algunas de las pruebas que se usan para monitorear la salud de una persona VIH positiva muestran qué tan bien está funcionado el sistema inmunológico (por ej.: el recuento de células T o CD4), mientras que otras muestran el número de copias de virus en el cuerpo (carga viral). El monitoreo y el tratamiento temprano pueden ser cruciales en determinar el curso de la enfermedad por VIH y ayudar a tomar decisiones informadas sobre el tratamiento.